Transformar el lodo en agua



¿Alguna vez experimentaste la sensación de tener pequeñas manchas de lodo en el cuerpo y no saber cómo te las hiciste, ni dónde? Pasado un tiempo, te vuelves a mirar y las manchas no solo son mas grandes, sino que se han multiplicado, y si sigues sin descubrir qué hacer al respecto. Esas manchas llegan a cubrirte casi por completo el cuerpo, el lodo se endurece formando una especie de masa dura, imposibilitando tu movilidad.

Solo hay una forma de transformar el lodo en agua; reconociendo que estás tieso y jodido hasta el cuello. El resto del proceso necesita de tiempo, el que necesites, y para cada uno es diferente. Los hay que se dan cuenta rápidamente, otros tardan un poco más, y otros llegan al límite. Todo va de acuerdo a sus experiencias, a su tolerancia, a su deducción.
De todas maneras, el cómo se da ese reconocimiento es prácticamente igual para todos. Uno empieza a sentir falta de movilidad, el olor a sucio se te clava en lo más hondo de tu nariz, de fuera te dicen 'te veo con un tono así como marrón, y apestas', y sobretodo, se presenta la pesadez, el cansancio, no tienes puntos de referencia y te invade esa sensación de estar totalmente desorientado... y muchas veces se experimenta el lado incómodo de la soledad.
En ese preciso momento, cuando la desesperación llega, es casi imposible evitar gritar y llorar, agitarse, hacer fuerza... y en consecuencia te desgastas y te sientes peor.
Pero es que ese es el momento indicado para que la masa seca de lodo se rompa y puedas convertirla en agua clara.

Cuando las respuestas parecen no venir, cuando no logras ver nada o nadie que te ayude es el momento de hacer silencio, de sentirse, de respirar hondo y largo; de permitir que la calma venga. Solo así podemos oír, ser conscientes de la real situación y no de lo que aparenta ser.
Y solo así podemos saber las posibilidades que tenemos y pensar. Con ruido, todo es confuso. Si hacemos silencio, quizá oigamos los pasos de alguien que se aproxima, alguien a quien pedirle ayuda.

Si nos damos el permiso de sentirnos a nosotros mismos, sentir nuestro cuerpo, quizá nos demos cuenta de que hay una mano que no está tan inmovilizada, y a lo mejor podemos agitarla para romper un poco la capa gruesa. Si respiramos hondo, al principio será complicado calmar la agitación, pero poco a poco el aire entrará suavemente y conseguiremos que la calma acuda a nosotros. Y la suma de estos factores hace que seamos conscientes de nuestra situación, conscientes de las posibilidades de mejora que tenemos en éste momento, y podemos pensar con la mente en frío. Por si no te has dado cuenta aún, te estoy sugiriendo qué puedes hacer cuando te invada la parálisis que trae tanto miedo.

Poco a poco, al tiempo que tenga que ser, vas rompiendo esa masa seca que se va cayendo al suelo, y comienzas a verte partes del cuerpo de la forma que originalmente eran. Tu estado de ánimo cambia, porque ves las posibilidades que tienes de liberarte, porque ves que hay alguien que puede ayudarte, porque sientes que por muy apretado que estés aún eres capaz de respirar. Existe la posibilidad de que tus pedazos de lodo seco molesten a ciertas personas que comparten el suelo contigo, y en lugar de entender qué es lo que te sucede y por qué el suelo esta sucio, se queden mirándote y quejándose. Y es más probable aún que ellos reconozcan en ti lo que no pueden reconocer en ellos mismos, y es que no ven que sus capas de lodo son tan o más espesas y antiguas que las tuyas, que huelen peor y que hay pedazos de cáscaras viejas en el suelo ANTES de que tu llegaras.


Y no, no esperes que te ayuden; no podrán ni sabrán cómo ya que no han registrado primeramente su situación. No te enojes con ellos e intenta comprender que no se puede reconocer lo que no se ha visto en uno mismo primero. También habrá quién haga cualquier cosa por ayudarte pero no sepa como, quizá sientas su torpeza y eso te irrite. No te enojes tampoco esta vez, significa que han pasado por algo similar, que entienden por lo que estás pasando, pero como no han encontrado una solución para ellos ignoran como ayudarte.

Cuando por fin logras quitarte el lodo sientes que las emociones transitan mas libremente por tu ser, no estas atascado. El agua corre por tu cuerpo, te refresca, te limpia. Te miras a ti mismo, te tocas y te acaricias la piel; el tacto ahora es muy diferente al del lodo seco, es suave y cálido, y esa sensación queda impresa en la memoria interna.
Los pedazos de lodo seco que ahora están en el suelo a tu alrededor están ahí para recordarte lo que se siente estar embotado, prisionero. Ahora conoces dos de los muchos estados del ser humano, por lo que cuando vuelvas a verte pequeñas manchas de lodo (de lo que no estarás exento jamás) es probable que no tardes en comprender su procedencia.
Vas a saber qué sigue luego si no haces algo al respecto.

El lodo ensucia, estanca, tapona; pero no es más que una parte de tierra con otra parte de agua. Todos tenemos que pasar por ello alguna vez en mayor o menor medida, para luego descubrir cómo limpiarse. No lo olvides. Después de todo, las serpientes para mudar su piel vieja se retiran a un lugar de quietud y tardan su tiempo en completar el proceso, pero siempre la piel nueva es preciosa y fuerte. Y siempre hay más de una oportunidad para hacerlo. Solo es preciso saber que es necesario llegar al final de algo para comenzar de nuevo, la serpiente no acumula capas de piel vieja.

Transformar el lodo en agua, entonces, es limpiarnos de dentro hacia fuera; y el agua son las emociones. Sin ellas, ¿cómo saber que estamos vivos?

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